Un minuto compartido con esta mujer
casualmente en la cafetería
es algo así como una gran ocasión.
Porque esta mujer
no se cansa de hablar
de mover las manos
con su filin relampagueante
con su vestido inusitado de heliotropos;
a todo el mundo le gusta encontrarse
con una mujer así,
con esta mujer precisamente
y más si sabe
que mañana mismo va a huir
por la puerta silenciosa del suicidio.
Joaquín Baquero
(Cuba)